La Eneida, Virgilio.
Yocasta.
Edipo Rey, Sófocles.
Edipo Rey, Sófocles.
Judas Iscariote.
El nuevo testamento.
Melibea.
La Celestina, Fernando de Rojas.
La Celestina, Fernando de Rojas.
No necesitas, padre honrado, instrumentos musicales para aplacar mi dolor, sino campanas para sepultar mi cuerpo.
Werther.
Las cuitas del joven Werther, Johann Wolfgang von Goethe.
Las cuitas del joven Werther, Johann Wolfgang von Goethe.
"Todo está en silencio a mi alrededor, y mi alma está tranquila. He de agradecer a Dios que me otorgue este calor y esta fuerza en los últimos momentos"
Don Álvaro.
Don Álvaro o la fuerza del sino, Duque de Rivas.
¡Infierno, abre tu boca y trágame!
Don Álvaro o la fuerza del sino, Duque de Rivas.
¡Infierno, abre tu boca y trágame!
Don Ramón Villaamil.
Miau, Benito Pérez Galdós.
Miau, Benito Pérez Galdós.
Retumbó el disparo en la soledad de aquel abandonado y tenebroso lugar; Villaamil, dando terrible salto, hincó la cabeza en la movediza tierra y rodó seco hasta el abismo, sin que el conocimiento le durase más que el tiempo necesario para poder decir: "Pues... sí...".
Tonet.
Cañas y barros. Vicente Blasco Ibáñez.
Andrés Hurtado.
El árbol de la ciencia, Pío Baroja.
El árbol de la ciencia, Pío Baroja.
En casi todos los momentos de su vida, Andrés experimentaba la sensación de sentirse solo y abandonado.
Adela.
La casa de Bernarda a Alba, Federico García Lorca.
Tiene el cielo unas estrellas como puños.
¿Por qué no apagar la luz cuando no hay nada que ver?
Enma Bovary.
Madame Bovary, Gustave Flaubert.
Madame Bovary, Gustave Flaubert.
Lloraba por la felicidad que no conocía. Franquear la puerta de semejantes goces sin poder abrirla, era peor que morir.
Hanna Schmitz.
El lector, Bernhard Schlink.
Cuando nos abrimos,
tú en mí y yo en ti,
cuando nos sumergimos,
tú en mí y yo en ti,
cuando nos olvidamos,
tú en mí y yo en ti.
Sólo entonces
yo soy yo
y tú eres tú.
Kizuki.
Tokio Blues, Murakami.
El lector, Bernhard Schlink.
Cuando nos abrimos,
tú en mí y yo en ti,
cuando nos sumergimos,
tú en mí y yo en ti,
cuando nos olvidamos,
tú en mí y yo en ti.
Sólo entonces
yo soy yo
y tú eres tú.
Kizuki.
Tokio Blues, Murakami.
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